viernes, 11 de diciembre de 2015

DÉJA VU EN ÁFRICA

“Me gustaría transmitir lo que fue África. Nunca experimenté nada así. África tiene su propia personalidad. A veces es una personalidad triste, a veces impenetrable, pero siempre irrepetible. África era dinámica, era agresiva, estaba al acecho.” Ryszard Kapuscinski

Al pisar suelo africano, esa sensación de felicidad, de volver a casa…a partir de ahí una sucesión de momentos inexplicables.
Primera parada Johannesburgo también conocida como Igoli (‘lugar de oro’) en zulú, ciudad más grande y poblada de Sudáfrica, tierras en las que el oro , diamantes y el paso del hombre hace millones de años son parte de Identidad.
Hotel, paseo por la ciudad, shopping, taxis, y gente… En el lobby, esa costumbre, casi un ritual para mí, de ver que lugares puedo conocer, atesorar esas tarjetas dejadas ordenadamente para los viajeros.
Una me llamó la atención, irresistible deseo de llegar ahí, Pilgrim’s. Hacia el este de Joburg, en la región que abarca la provincia de Mpumalanga cerca del Parque Kruger.
Ahí, ahí quiero llegar…ése es mi destino, pero fuera de nuestra ruta.
Viajamos al Parque , animales salvajes y vida silvestre en su hábitat natural. Sus 355 kilómetros de largo y 65 de ancho y sus animales salvajes….leones, elefantes, cebras, jirafas, hipopótamos nadando tan rápido a pesar de su tamaño, los impalas cruzando a nuestro alrededor…
Las noches de Afríca, sus mosquitos , puntuales a las 19 o’clock, las cenas entre amigos contemplando esos cielos con historias.
Regreso, y el camino me lleva a Pilgrim’s….no me preguntes cómo, yo tampoco lo pregunto, pero parada obligada, pequeños poblados de casas blancas y techos de tejas que se encuentran dispersos entre los cerros. Entre estos pintorescos pueblitos de Sudáfrica se encuentra Descanso del Peregrino o (Pilgrim’s Rest), Monumento Nacional y conservado como museo viviente. Mantiene el aspecto que tenia cuando nació en 1.873 como pueblo minero ,su calle principal con los violetas azulados de los Jacarandás, su aroma perfumado, como mezcla de palisandro y lilas me hizo viajar en el tiempo.
Entré al Royal Hotel y supe que había vivido en este lugar, la música del fonógrafo, las risas, el humo de los cigarrillos, los tapizados de los sillones…
Salí en piloto automático de ahí, caminando hasta el museo, las fotos que cuentan las historia de este pueblito minero detenido en el tiempo, casi desierto después de la fiebre del oro, están todas acá.
El autor de varias de ellas, el cronista fotográfico de la historia, sentí que era alguién cercano a mí, al mirar una por una , me encontré reflejada…en una foto de su hija.
Siempre digo que mi pasión por la fotografía viene de otras vidas…

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