Amo la flor del Amancay, cada enero, religiosamente florecen
en casa. Crecen caprichosamente en el lugar que eligen reinventando historias
de amarillos y naranjas.
Una vez me contaron que quien te regala un Amancy, te regala
su corazón…y desde entonces acepté mansamente enamorarme y elegirla.
Los botánicos la llaman alstroemmeria aurantica, es una planta herbácea, rizomatosa de flores amarillas y anaranjadas
con manchas rojas.
Cuenta la leyenda que los Vuriloches vivían cerca del cerro
Tronador, en Ten Ten Mahuida, desde donde nace el Manso hasta el Lago
Mascardi.
Quintral era el hijo
de un cacique, y un día, pescando a la orilla del río, vío a Amancay, y pasó lo
que tenía que pasar…se enamoró sencillamente de su belleza. Pero sus padres no
aceptaron su amor. Un día cualquiera, una epidemia se ensaño con su tribu, y Quintral
se enfermó gravemente…en sueños la llamaba y sus padres decidieron buscarla.
Amancay, en su desesperación, buscó a una machi…solo podía
salvar a su amor, bebiendo un té de una flor que crecía en la cima del cerro.
Subió y subió, conociendo el peligro pero decidida a dejar todo para salvar a
su amor.
Arriba, entre el cielo y el cerro encontró la flor,
custodiada por el guardián del cielo, el Cóndor, mensajero inexorable, le pidió su corazón a cambio de la flor
Y Amancay aceptó en su entrega de mujer enamorada…el Cóndor
tomó su corazón, dejando en sus gotas rojas esta historia de amor.
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